El regulacionismo de la escuela austríaca[1]. Por Mario Gambacorta
[1] Trabajo elaborado sobre la exposición realizada por el autor en el VII Congreso Nacional de Representantes Gremiales de la Asociación de Médicos de la Actividad Privada (AMAP). Buenos Aires, 7 de noviembre de 2024.
1. Introduciéndonos en la temática
Los contextos y las actitudes que adoptan las autoridades administrativas del trabajo, en particular, y la autoridad estatal, en general, ilustran, en términos de relaciones laborales, cómo se facilita o se dificulta el accionar de las organizaciones sindicales. Y eso tiene que ver, en términos de centralidad, con lo que trataremos aquí.
Vamos a hacer un marco general de contextualización para el abordaje de las problemáticas de las cuestiones laborales vinculadas con la Ley Bases, evidenciando, a la vez, las complejidades subyacentes, y su origen, en términos de marco teórico de referencia.
El objetivo es sintetizar y tratar de explicar el escenario en el que nos encontramos que, aunque se nos presente o se nos quiera hacer creer que, hay verdades absolutas o un discurso único; no es sino un posicionamiento ideológico que, al presente, hasta puede poner en riesgo al propio sistema democrático.
Estamos convencidos que esto es uno de los grandes problemas de los tiempos actuales. Por ello, es necesario recordar y reconstruir un postulado que explicite y fundamente que, existen distintas miradas, hay distintos enfoques. De igual modo, que esos enfoques reflejan intereses. En lo que nos ocupa, los intereses que subyacen a la compleja y conflictiva relación entre capital y trabajo.
También vamos a abordar la temática referida, desde una determinada mirada; la cual vengo sistematizando desde hace algún tiempo, y que ya hace algunos años, he dado en denominar como enfoque crítico tutelar de las relaciones laborales.
Sostenemos que, todos tenemos un posicionamiento (explicitado o no), y lo primero que señalo al hablar de este enfoque es que, su objetivo primordial es, algo que quizás es tan evidente e imprescindible analizar que, sin embargo, se ha soslayado por mucho tiempo, en torno a las relaciones laborales.
Me refiero, precisamente, a lo que al presente considero una imperiosa necesidad: poner las cuestiones y problemáticas socio-económico-laborales, en contexto, y evidenciar los intereses en juego.
2. Nada es inocente. Todo es cierto
En términos epistemológicos, sostengo que nada es inocente, sea en el buen o mal sentido de la terminología. Lo que está dándose en el mundo de las relaciones laborales, en especial y, en el mundo económicamente globalizado, en general -del cual son parte (o víctimas) las relaciones laborales, y el derecho del trabajo y de la seguridad social-; no es casualidad.
A medida que analizamos lo que ocurre al cotejar y estudiar marcos teóricos neoliberales -hoy hegemónicos- vale recordar que, no son sino otros enfoques del contexto e intereses en disputa.
Se trata de intereses profundamente contrarios, por ejemplo, con las categorías protectorias que impulsamos y abordamos desde el enfoque crítico tutelar de las relaciones laborales. En este sentido, me acuerdo de una película sobre la vida de Shakespeare, cuyo título era: "Todo es cierto".
Sí, en torno a esta temática podríamos decir también que, todo es cierto. Todo lo que está ocurriendo implica determinadas verdades, nada es casualidad. Los chinos hablan de "tu verdad, mi verdad, la verdad". Y en nuestra temática hay verdades; hay modelos teóricos que, aunque no lo percibamos, cada vez se manifiestan y se verifican más.
Hace un par de semanas, el 16 de octubre de 2024, se desarrolló en la UNPAZ, el III Congreso Internacional en torno al Enfoque Crítico Tutelar de las Relaciones Laborales, en el que participaron muchos destacados juristas de Argentina y de Brasil. En él, abordamos las reformas laborales -flexibilizadoras en un sentido desprotectorio- en nuestros países.
En la disertación de apertura, bajo el título "la Ley de Bases como verificación de la hegemonía de deslaboralización", constataba la incorporación, en dicha norma, de los paradigmas deslaboralizadores que; reflejan a su vez, la hegemonía del modelo neoliberal, fenómeno que denomino globalización económica neoliberal; y cuyo inicio podemos situar en 1973, con la crisis del petróleo.
Sin desmedro de lo anterior, sostenemos que, en realidad, todas las estrategias deslaboralizadoras, antisindicales, desprotectorias, y precarizadoras; es decir, lo que está ocurriendo -e institucionalizándose, por ejemplo, en normas como la Ley Bases- se viene proyectando desde hace mucho tiempo antes.
3. Los neoliberalismos
La palabra neoliberalismo se acuña por primera vez en 1938. De nuestra parte, suscribimos una mirada que sostiene que hay distintos neoliberalismos.
Creemos que este es otro de los problemas que tenemos en el presente. Hablamos de "el neoliberalismo" como si fuera uno solo. Pues no, hay distintas vertientes.
En 1938, se produce un famoso coloquio, o no tan famoso; el coloquio Lippmann. Y lo que estamos viviendo -padeciendo- ahora, empieza a discutirse allí, y a proyectarse con mayor profundidad todavía, a partir de 1947, desde una sociedad, tampoco muy poco conocida, que se llama la Sociedad Mont Pelerin.
Probablemente, la mayoría de los humanos no la conocen. Sin embargo, viene marcando gran parte del ritmo de mucho de lo que está ocurriéndonos hoy en día. Es la usina de pensamiento, el think tank, del neoliberalismo. Mejor dicho, de los neoliberalismos, ya que en ella convergen las distintas vertientes de éste.
Particularmente, lo que estamos viendo es la exacerbación y la profundización, de un modelo neoliberal que, como muchos expertos señalan, ha entrado en una etapa de hiperideologización y que, en Argentina, se manifiesta a través de la suscripción e instrumentalización de los postulados de la escuela austríaca.
No es casualidad que la crisis del petróleo fue en 1973, y el primer Premio Nobel de economía, en 1974, es Hayek; quien junto con Mises, es uno de los padres de dicha escuela austríaca -o austríaca-estadounidense-.
Para entender lo que nos está pasando, para tratar de entender, y en algún momento dirigirnos a dar una respuesta; tenemos que hacer un diagnóstico. Especialmente, frente a esta conceptualización de, deslaboralización en un sentido desprotectorio.
Desde el enfoque crítico tutelar de las relaciones laborales, hablamos de hegemonía deslaboralizadora.
Aunque no me voy a introducir ahora en un mayor desarrollo de esta categoría, debatiendo si en la Ley Bases se respeta o no el principio protectorio de nuestra Constitución Nacional ordenado en el artículo 14 bis; quiero destacar; les decía a mis estudiantes -se los decía antes de que saliera la Ley Bases, para no hablar con el diario del lunes-; y lo vuelvo a decir ahora -no porque adivine el futuro, sino porque se trata de procesos políticos estructurados-; que era lo que iba a ocurrir con la Ley Bases.
Ampliando lo anterior, recordemos que, La Ley Bases entró en vigencia el 7 de julio de 2024. Hoy, 7 de noviembre de 2024, a cuatro meses exactos de esto, no hay una sola señal de que vaya a generar un impacto positivo en, el llamado por algunos, "mercado de trabajo".
Pasaron agosto, septiembre, octubre, noviembre. Hoy es 7 de noviembre, justo cuatro meses. Si bien no podría pretenderse que se hubiera producido una transformación profunda, no hay el menor indicio de mejoras en las condiciones de trabajo ni de satisfacción respecto del mismo.
Por el contrario, la precarización, la informalidad, la autonomización desprotectoria, avanzan. Todo en línea con la lógica de los efectos que, históricamente, ha generado y, siguen generando, las usinas ideológicas neoliberales, y su hegemonía deslaboralizadora.
Se constata el aumento de la precarización, la informalidad y la desocupación.
Se festeja una supuesta reducción de la desocupación en un 0,1%. Eso, que ni siquiera es una tendencia; tampoco podría serlo entendiendo que la desocupación se reduce con figuras no laborales, como los colaboradores independientes, sin derechos laborales y apenas la cobertura del monotributo social. Y hablamos por datos oficiales, se puede corroborar lo que estoy diciendo.
Siguiendo con el INDEC; los datos oficiales de este gobierno señalan el incremento de la pobreza, la precarización, la indigencia. Esta última, en un 11,4% por ciento, según datos del segundo trimestre de 2024.
En efecto, hay una tendencia que se potencia dentro de la pobreza. Se potencia la indigencia. Esto, va ratificando la lógica de un modelo que, no es el modelo que nosotros suscribimos.
De nuestra parte, nos orientarnos a alcanzar una relación entre el capital y el trabajo de cincuenta-cincuenta, en términos de distribución. Palabra, esta última, maldita para la escuela austríaca, que la confunde y quiere confundirnos, con el comunismo.
El modelo de la dictadura fue en términos distributivos, setenta-treinta. El modelo que hoy nos atraviesa, ya está marchando hacia un ochenta-veinte; y algunos hemos señalado que, este modelo podría terminar en un noventa-diez. O sea, 10% de la población dentro del sistema, y el resto… mejor o peor.
4. El diagnóstico no alcanza, necesitamos una hegemonía alternativa
Afirmamos que el diagnóstico tampoco alcanza. De igual modo, no alcanza con una contrahegemonía. No alcanza con explicar lo malo que es este modelo o lo bueno que fue el pasado; porque sobre lo que tenemos que actuar es sobre el presente, para poder alcanzar un futuro mejor.
Entonces, desde el enfoque crítico tutelar de las relaciones laborales, planteamos la necesidad de construir una hegemonía alternativa.
Creemos que el gran problema que estamos teniendo es, a menudo que, estamos discutiendo la problemática actual, limitándonos al terreno del mundo del trabajo.
En efecto, no discutimos en el terreno del mundo del capital; quizás porque lo que nosotros vemos y sostenemos, primariamente, en las relaciones laborales, es cómo gestionamos, cómo administramos, cómo encausamos el conflicto permanente entre capital y trabajo.
Asimismo, los que estamos del lado del trabajo, consideramos una cuestión de honestidad intelectual decir desde donde hablamos.
Sin embargo, muchos; no todos, porque sería injusto; pero muchos de los que están del lado del capital plantean, o se disfrazan, invocando que están del lado del trabajo, aunque los resultados están mostrando todo lo contrario.
Por eso, hay que terminar con el latiguillo repetido, a modo de mantra de que, "si le va bien a uno nos va a ir bien a todos". Son meras generalizaciones, que no alcanzan para describir la realidad. Al menos una realidad compleja como la que atravesamos y nos atraviesa.
Hay muy pocos, particularmente el capital financiero concentrado, al que hoy en Argentina le está yendo muy bien. Entonces, concluyen y nos dicen: "la economía está muy bien".
¿Para quién? Los invito a ustedes a hacer inversiones en acciones, Cedears, bonos; vean que rentabilidad obtienen.
Si ustedes no están en la lógica de los grandes inversores; quizás ganan un día, pierden el otro. Este modelo se ha planificado para encorsetar todo en términos financieros y económicos, por lo menos para un 80% de la población.
Entonces, creo que, para empezar a postular algunas cuestiones, hay que construir -entre otras tantas cosas- una nueva gramática laboralista.
Una nueva gramática laboralista, sin alterar la sustancia de los principios protectorios del derecho del trabajo y de la lógica de la seguridad social.
Todo lo anterior nos debe merecer también otra profunda reflexión, ya que lo que está ocurriendo no es porque hay, solamente, gente que "uy, es mala", por decirlo burdamente entre comillas.
Hay que mirar dentro y fuera del movimiento nacional.
Estamos pagando las deficiencias y los errores que se vienen cometiendo, o venimos cometiendo. Si bien no me voy a poner en la colina de la pureza para señalar a nadie, aunque particularmente, se han cometido defecciones desde ciertos movimientos progresistas; también verificamos deficiencias propias en el movimiento nacional -lo que se suele llamar el movimiento nacional y popular-.
Hay un fenómeno que se replica en el mundo y que se estudia en muchas universidades del mundo. Lo que está ocurriendo no es solo por culpa de la derecha.
La derecha está en una lógica propia y peligrosa, es verdad. Pero también es verdad la pérdida de rumbo que han tenido los progresismos, las izquierdas, y los movimientos nacionales. Ello, lo colegimos, en virtud de, sistemáticamente, venir estos, tratando de adecuarse a los planteos y cuestionamientos neoliberales.
Y lo expuesto precedentemente es verificable. Verificable con el Partido Socialista Obrero Español, con el Partido Laborista Británico, con el socialismo francés, con la socialdemocracia alemana, y con lo que ocurrió en el peronismo en la década del ´90.
No me considero dentro de las hoy denominadas corrientes progresistas, sí me considero dentro de lo que se caracteriza como el movimiento nacional. Aquí también explicito desde donde hablo.
Creemos que hay una pérdida de rumbo en estos ámbitos. Tanto de políticas como de propuestas.
Han incidido en esto también, la caída del muro de Berlín, el colapso del bloque soviético; que tampoco eran buenos en sí mismos, al menos para mí. Y sin considerar que deba hacer aclaraciones, reseño que cuando uno habla de esto, la derecha declama "sos comunista".
En lo personal, el sistema comunista no me gusta, pero el sistema comunista era lo que le generaba, como decía Marx en su manifiesto, un fantasma al sistema capitalista, que sirvió para que se humanizara un poco. Por lo menos, cumplió esa función “de fantasma”.
Hace ya bastante tiempo, escribí un artículo, cuando cayó el muro de Berlín, y hablando entonces de "un fantasma que desaparece". En ese momento, se repotenció toda la lógica de maximización de las ganancias del sistema capitalista.
Ahora, para reflexionar, frente a estas lógicas -me voy a permitir señalar algo. Lo que estamos enfrentando no es solo una discusión económica, es una discusión profundamente política, ideológica, filosófica; cultural.
La escuela austríaca no suscribe, lisa y llanamente, el sistema democrático; por lo menos no lo considera una prioridad, y esto se lo puedo verificar en diversos textos de sus integrantes. Empezando por Mises, siguiendo por Hayek.
Hay una famosa entrevista a Hayek en el diario "El Mercurio" de Chile en 1981.
Cabe recordar que, la primera experiencia neoliberal fue en Chile; vía de facto, mediante golpe de Estado. Fue Pinochet quien llevó adelante el primer modelo neoliberal en la gestión de un Estado. O sea que, ya su origen, como dirían los gauchos, está “mal parido”.
Después vendrán los triunfos, en elecciones democráticas, de Thatcher y Reagan, en 1979 y 1980, respectivamente.
Pero volviendo a Hayek, cuando visitó Chile, explicitó que, prefería una “dictadura liberal” antes que el mercado fuera condicionado por lo que los teóricos llaman, desde la escuela austríaca, la “mitología democrática”, una no valorizada por ellos, mística democrática.
¿Por qué? Porque rechazan -me atrevería a decir desprecian- que, la soberanía popular pueda condicionar, de alguna forma, el libre mercado.
Así que, si vamos a discutir lo laboral, la salud, la educación y todo; tengamos en cuenta “este pequeño”, no tan pequeño, detalle.
Esto es lo que estamos enfrentando hoy en día. Frente a estos postulados, no tenemos todas las respuestas, pero sí sé que tenemos que pensar, cómo se trabaja, cómo se responde, y cómo se lucha ante esto.
Porque no solo estamos discutiendo un modelo económico, estamos discutiendo un proyecto político. Un proyecto político que tiene una larga tradición y que, por cuestiones de tiempo, no me voy a extender, pero arranca en las lógicas contramayoritarias de modelos de “democracia-oligárquica.”
O sea, en esta perversa lógica de la escuela austríaca, la democracia sería funcional mientras no afecte la lógica del libre mercado. Y esto, que estoy sintetizando en pocas palabras, podemos verlo reflejado en sus textos, desde 1920 en adelante. Esto se replica, y se potencia en la década de 1960.
Hay una obra muy interesante de cuatro profesores de la Universidad de Paris Nanterre, que han hecho un relevamiento, a mi juicio, valiosísimo de todo este proceso evolutivo de los neoliberalismos.
La discusión es de fondo. La discusión no es, si subimos o bajamos una variable, es qué modelo de sociedad queremos.
Y frente a esto, las promesas incumplidas de la democracia, al decir del filósofo italiano, Norberto Bobbio; han contribuido e incidido en que, ahora la derecha venga con sus respuestas habituales, cada vez más brutales.
No nos olvidemos que el fascismo es una respuesta exacerbada del sistema capitalista. No sé si lo que se nos presenta hoy en el mundo es fascismo, pero sino, se le acerca bastante en algunos aspectos.
Se trata de un escenario muy complejo, más aún por las, mismas y distintas lógicas, a la vez, aplicadas en muchos países por los neoliberalismos.
Lo que sí observamos, desde las derechas o nuevas derechas (como se las quiera llamar), es una respuesta exacerbada ante el fracaso de la globalización económica neoliberal.
¿Por qué fracasó? Por la guerra comercial, y la guerra desatada contra los trabajadores y, en especial, contra los sindicatos.
En una lógica de abaratamiento de costos, búsqueda de maximización de las ganancias con mano de obra más barata, invirtieron en muchos lugares; supuestamente “más competitivos”, fuera de sus propios países. Externalizaron las empresas, y les salió mal. ¿Por qué?
Simplificando, pero no por ello menos cierto; uno de los lugares donde se externalizó, se llama China; y a partir de 1979 los chinos también vieron el fenómeno de la globalización, buscaron adaptarse, aprovecharlo. Hubo un dirigente chino, Deng Xiaoping, que dijo: "No importa de qué color sea el gato, sino que cace ratones".
Entonces, sintetizo, resolvieron: "vamos a adoptar la economía de mercado". Y aclaro, no el capitalismo, sino la economía de mercado.
Decimos genéricamente “los chinos hicieron”. Pero más precisamente señalamos que, en China gobierna el Partido Comunista, pero adopta una economía de mercado. Es una paradoja, o como ustedes quieran llamarla.
Y China ganó en el escenario de la globalización económica neoliberal, y está ganando la guerra comercial. La está ganando, ya la gana. Hay estudios que decían que, en el año 2024 o 2025, iba a estar ganando la batalla en el desarrollo de la inteligencia artificial.
Hace poco probaron un motor de inteligencia artificial comparándolo con los motores de empresas estadounidenses, y los chinos ganaron en todos menos en uno de los casos. Hicieron varias pruebas, pero en una sola ese motor no superó al resto.
O sea, explicitaron que ganan en la inteligencia artificial. Y allí, se abre una discusión en torno a, si estos desarrollos pueden ser solo privados; o lo estatal y lo privado deberían articular. Con esta última estrategia, China viene ganando.
Entonces, para ir redondeando y no quedar solo en el diagnóstico; creo que hay que plantear una hegemonía alternativa. Y para una hegemonía alternativa, para dar el primer paso en tal sentido, se debe tener en claro, qué es lo que se quiere impulsar, y cómo se lo quiere impulsar.
En tal sentido, creo que lo primero que hay que definir es un modelo de Nación.
Esto que estamos teniendo hoy en Argentina no es un modelo de Nación. Esto es un modelo económico que le quiere asignar a la Argentina un rol de productor de materias primas; aplicar políticas de extractivismo con el litio, el oro, el petróleo, el gas; y la financiarización de la economía, porque lo que vemos es especulación financiera, no vemos desarrollo productivo.
De hecho, el cierre de 16.500 pymes, y la pérdida de 600.000 puestos de trabajo creo que ratifican esto.
Entonces, necesitamos un modelo de industrialización.
Con algunos amigos y compañeros pertenecemos a un grupo, desde el que tratamos de aportar algunas ideas para la construcción de un modelo de Nación; Ofensiva Nacional Democrática, lo llamamos.
Nosotros planteamos un modelo para la industrialización con justicia social, porque creemos que se crece y se distribuye, y se distribuye y se crece, en simultáneo.
No como el modelo neoliberal que ilusiona -o construye espejismos- con la consigna: "crezcamos que alguna vez vamos a repartir". Pero el reparto -la distribución- se pierde en la noche de los tiempos.
Tampoco distribuir como, hemos venido haciendo demasiado en los últimos tiempos; distribuir la pobreza, y que el único que tiene que poner la plata sea el Estado.
Frente a lo antedicho, subyace una discusión mucho más profunda. Meloni le puso impuestos a los ricos; y Meloni, hasta donde yo sé, no es comunista. Entonces, hay que discutir, construir un discurso y fundamentarlo. Porque hay distintos neoliberalismos, hay distintos modelos.
Lo que está ocurriendo, igual que ocurrió en la década de 1920 y la década de 1930, es una respuesta exacerbada del sistema capitalista. Puesto que, se da cuenta que perdió la batalla comercial y se quiere reconfigurar. Quizás marche a lo que ya se ha denominado como tecnofeudalismo.
Dios quiera que la guerra comercial no siga proyectándose en conflictos bélicos. A veces estamos lejos de la comprensión de estas lógicas, porque nuestra historia y nuestra tradición, no es la misma que la de las potencias centrales.
5. Algunas centralidades a modo de propuestas
Creo que, para responder a estos escenarios con algunas propuestas, rescato la idea de algunas “centralidades” que, considero tienen que ser el punto de partida para tratar de responder a esto.
5.1. Centralidad de la industrialización
Estoy convencido que debe haber una centralidad de la industrialización. No hay país rico ni desarrollado que no sea industrial. Punto.
O nos industrializamos, o nos transformamos en una republiqueta bananera. O, si quieren hacerlo más criollo, en una gran estancia.
No veo alternativa. Puedo estar equivocado, pero para mí, la industrialización tampoco es industrialización a secas, es con justicia social.
Entonces, centralidad de la industrialización.
5.2. Centralidad sindical
Centralidad sindical, porque la reconstrucción de este proceso, si no se da desde el movimiento sindical, desde el movimiento obrero organizado, no veo otro lugar desde donde se puede articular.
Y aunque hoy es muy fácil trasladarle toda la responsabilidad al movimiento sindical, y más allá de aciertos o errores que pueda tener tal o cual dirigente; el movimiento sindical ha quedado solo en esta disputa y está haciendo lo que puede, mejor o peor. Esto es una discusión válida como todas las discusiones, pero no se debería olvidar el contexto ni los intereses.
Ahora, ¿qué está haciendo el resto de la diligencia política partidaria? No digo que nadie haga nada, porque sería injusto; pero parece que muchos están esperando el armado de listas el año que viene, y hablo de distintos colores.
Está bien el armado de listas porque es parte del sistema democrático. Pero no me parece que, en este momento, en esta hora, que el sistema democrático nos exige otras cuestiones como prioritarias.
Porque lo colectivo sostiene a lo individual, no lo individual a lo colectivo, y lo colectivo no es colectivismo. Habría que avisarles a algunos ignorantes que se confunden, ¿o no? Porque hay que llamarlos ignorantes, ya que en un examen en cualquier facultad del mundo los reprobarían.
5.3. Centralidad del trabajo dependiente y tutelado
Y después de las dos anteriores, la centralidad del trabajo dependiente y tutelado, como me gusta decir, desde el enfoque crítico tutelar de las relaciones laborales.
Porque también se hicieron muchos fallidos experimentos, dejando de lado la relación de dependencia, o disminuyendo su tutela.
Por ejemplo, cuando se sostiene que para el trabajo en plataformas habría que hacer un estatuto especial ya que el trabajo, supuestamente, cambió por el impacto de la tecnología.
En Argentina el impacto de la tecnología podemos circunscribirlo a determinados lugares. No digo que no exista, pero también podríamos circunscribir el impacto de la inteligencia artificial a cuando indica a alguien, a dónde se tiene que ir a buscar un pedido.
Al presente, la inteligencia artificial se la están disputando China y Estados Unidos. A nosotros el rol que se nos quiere dar, en la división internacional del trabajo, es que, en todo caso, la apliquemos.
No digo con esto que no haya gente que la desarrolle, pero el impacto de la tecnología no es hoy el problema fundamental de la Argentina.
Lo principal problemática que tenemos es la precarización (y la desindustrialización).
Hoy en día la gente cada vez tiene más trabajos, tiene dos o tres trabajos; y son trabajos más duros y penosos, de mayor esfuerzo físico en muchos casos. Esa es la tendencia que estamos teniendo.
Siglo XXI, no señor. Nos están llevando, con la Ley Bases, al siglo XVIII, de una forma cada vez más precaria. Aunque creo que el propio pensamiento de Adam Smith, no era tan precario como los liberales lo quieren plantear.
6. Concluyendo
Entonces, cabría impulsar la centralidad de la industrialización, centralidad sindical, centralidad del trabajo dependiente y tutelado.
Si nosotros no podemos atender eso, es porque hay otro modelo de país. El modelo de país de hoy es, exportación-inversión. Las inversiones, poco y nada; y lo que ingresa es especulación financiera.
Vean el blanqueo, ¿por qué creció? Ingresaron casi 20,000 millones de dólares, y la semana pasada bajaron las reservas del Banco Central. Porque hay que cubrir obligaciones, porque hay que pagar bonos. No sé si esto es la patria financiera, pero se le acerca bastante.
Entonces, frente a estos escenarios, y nada de esto es casualidad, todo es cierto; me parece que hay muchos desafíos, y el desafío, implica que no lo va a resolver un iluminado o una iluminada.
El desafío implica que, si queremos transformaciones, queremos desarrollo industrial, queremos trabajo de calidad; entonces, queremos justicia social -la palabra maldita para la escuela austríaca-.
En los textos de la escuela austríaca también está esto que ustedes escuchan de "palabra sacrílega". Sobre la justicia social también está todo escrito, en especial los argumentos con los que se la ataca desde esta escuela. Fue todo escrito durante décadas.
Quizás no vimos venir este modelo, o quizás no lo quisimos ver venir. Cada uno tendrá que hacerse responsable en cuanto le competa.
Entonces, la transformación no es que alguien venga, nos haga un planteo, y a partir de ahí se transformen las cosas.
La próxima transformación va a exigir el compromiso, el acompañamiento y, probablemente, la lucha de todos los que quieran una sociedad, como decimos algunos de nosotros, con industrialización y justicia social.
Sino, será una sociedad 20/80, 10/90, o en el mejor de los escenarios 70/30 que, igualmente, es bastante desastroso.
Muchísimas gracias.