Apuntes frente a la inercia y las ausencias, en la derrota electoral, política y cultural. Por Mario L. Gambacorta.
1.- 2023: Derrota
El 19 de noviembre de 2023 se verificó una derrota no solo electoral. Es una derrota política y, sobre todo, cultural.
Con el resultado de los últimos comicios, se convalidó y consolidó una situación de pérdida de claridad conceptual y de desconfiguración de objetivos que, se viene desgranando ya hace años.
En el actual escenario, esta situación, debe ser internalizada; para superarla y no repetirla; para buscar quebrar la inercia que nos paraliza y la ausencia de rumbos comunes para el movimiento nacional.
Para ello, entendemos que debemos redefinir categorías, fijar programas de acción, y organizarnos acorde a los tiempos y los adversarios que tenemos por delante.
Se ha consolidado, en el terreno de la política partidaria, un vaciamiento de significados que viene permeando desde hace décadas.
Un vacío que se refleja en la inercia y la ausencia. Un vacío verificado en sucesivas resignaciones, defecciones, y olvidos; cuando no en claudicaciones. Un vacío respecto de la necesaria coherencia de un proyecto que, se percibía como transformador; por haberlo sido cuando fue coherente consigo mismo.
Ante las ausencias, necesitamos reestablecer, por nosotros mismos, significantes. Recuperar y revalorizar las propuestas que alguna vez nos convocaron. Reencontrarnos con el significado de un proyecto que, debería ser identitario. Recuperarnos siendo nosotros mismos que, no es más que hacerlo con nuestros sueños, con las políticas que supieron movilizarnos.
Atravesaremos un escenario de confusión, indefinición de liderazgos comunes y coordinados; vacíos de articulación y conducción. Amén de las pertenencias, más o menos orgánicas, que subsisten en forma centrípeta; también se presenta una suerte de agotamiento por dispersión de las acciones militantes.
La derrota de 2023 ha evidenciado un agotamiento, en la implementación y aglutinación, que pudo sostener una etapa del proyecto político nacional y popular. Ello, asimismo, por un accionar que, a menudo, no era lejano al neoliberalismo, pero se presentaba como progresista.
Paradójicamente, el peronismo es interpretado, hoy más que nunca, como la necesaria y prioritaria referencia aglutinadora, sea a defender o a atacar.
Cabe entonces, atender diversas razones que convergieron para llegar al actual contexto.
Estas, merecen y deben ser analizadas, respondidas y superadas; tanto en lo sustantivo como en las formas; e ineludiblemente, en las desconfiguraciones de subjetividades a las que contribuyen, con relación al movimiento nacional.
En términos de contenidos, colegimos una desarticulación en el basamento conceptual -doctrinario- que, deviene imprescindible para emprender acciones homogéneas.
Las expectativas e incertidumbres respecto de lo que provendrá del nuevo poder en el Estado, llevaron a postular, un inicial repliegue táctico; entendido este como necesario, para recomponer lo doctrinario, y tratar de elaborar acciones.
Las respuestas de autodefensa de un pueblo pueden ser precarias o profundas; pero son válidas y legítimas. La realidad demanda vivir la situación, táctica y estratégicamente, para dirigirla hacia un nuevo escenario.
2.- 2024: Repliegue táctico, posicionamiento activo, y consolidación autorreferencial
Un repliegue táctico no implica inacción sino el establecimiento de, una primera etapa cualitativa; con una imprescindible reconfiguración discursiva que, sea el basamento para posteriores convocatorias, también en términos de crecimiento cuantitativo.
La reconfiguración discursiva se debe orientar a superar una mera e inorgánica, unidad en la diversidad; ya no justificable por el simple reconocimiento de diferencias; las cuales han contribuido o facilitado, perder de vista elementos comunes para la articulación colectiva.
Se yerguen heterogeneidades que, no se articulan ni complementan, en un proyecto integrado e integrador. No encuentran el rumbo a un desarrollo humano integral que se refleje en una comunidad organizada, y viceversa. No convergen en un modelo de Nación. Menos en uno en el que destaque la industrialización, y se impulse el trabajo dependiente y tutelado.
Por ello y para ello, impulsamos, como prioridad estratégica, la salvaguarda de la organización sindical. Postulamos una centralidad sindical sostenida, fundamentalmente hoy, por el marco del modelo sindical argentino.
Se trata de preservar, la casi única institucionalidad orgánica -columna vertebral-, en torno a la cual podremos promover la reconstrucción, acumulación y sustentabilidad de, lo que solemos categorizar como el movimiento nacional.
Los paradigmas provenientes del peronismo vienen sufriendo un debilitamiento, por la internalización y naturalización de la matríz teórica que categorizamos como régimen conservador-liberal-libertario (todavía llamado, genéricamente e imprecisamente en Argentina, neoliberalismo). Simultáneamente, se encuentran embebidos de un progresismo diferenciador de lo nacional y popular.
Primero permearon en términos económicos; viéndose condicionados en el discurso, la acción y la coherencia política. Luego, devinieron en muchos de los significados de incidencia erosionadora, que implican la actual derrota cultural del movimiento nacional.
La sumersión en ciertas heterogeneidades que, suelen fascinar y anclar a ciertos progresismos, más allá de una legítima atención a las minorías; han incurrido reiteradamente en una desatención -devenida en práctica habitual- de las mayorías.
En esta inteligencia, queremos destacar que, para estructurar una descripción del proceso que nos ha llevado a la situación actual, no podemos limitarnos a la crítica del régimen conservador-liberal-libertario.
Cabrá entonces, volver la mirada a la contribución debilitadora de algunos de los denominados progresismos. En particular, respecto de su incidencia en la pérdida y condicionamiento del discurso, sus proyecciones en la realidad, y la afectación de condiciones de posibilidad para el movimiento nacional.
Nuestro desafío trata de definir e instrumentar el camino hacia lo que proponemos: una hegemonía alternativa.
Una hegemonía alternativa ante el modelo del régimen referido; en el que, prevalece la primarización, el extractivismo, algunos enclaves industriales, y el aperturismo financiero.
Por ello, no alcanza con generar un mero cuestionamiento. Eso solo implicaría enmarcarse en una categorización limitada, como es la de contrahegemonía. Esta última no alcanza. La derrota electoral y cultural así lo demuestran.
Una hegemonía alternativa si sería una instancia superadora.
La hegemonía alternativa que proponemos debe dar respuestas, en términos paradigmáticos, a las problemáticas, errores o defecciones que nos llevaron a la situación actual. Debe nutrirse prioritariamente de la doctrina peronista. Debe verificar su vigencia en el tiempo para sostenerse y proyectarse en un marco de nuevas institucionalidades.
La actualización doctrinaria quizás sea, simplemente, volver a la doctrina
Solo cuando visualicemos, verbalicemos y concretemos -aunque sea en forma incompleta-, las posibilidades y realidades transformadoras que hoy vemos difuminadas; estaremos iniciando el camino para su concreción, e ingresando en la posibilidad efectiva de esa hegemonía alternativa.
Por ello, las instancias superadoras deberán plasmarse, inicialmente, en un discurso construido en forma integrada e integradora; y luego reflejarse en un accionar de acumulación, en vista de incorporar masa crítica para la transformación política.
Nuestro proyecto se sustenta en los permanentes principios de la justicia social, independencia económica y soberanía política que, sin desvirtuarlos; debemos revestirlos de una gramática proyectiva que, reconstruya su comprensión, internalización y acompañamiento por el pueblo.
Consideramos imprescindible expresar un proyecto de Nación, entendido como una consolidación de los propios principios que aceptamos e impulsamos sobre nosotros mismos como individuos y en términos colectivos.
Se trata de una reconfiguración de nuestras propias subjetividades en vista del proyecto de Nación que, hoy sintetizamos como de industrialización con justicia social.
“Nuestro posicionamiento es claro: un proyecto de Patria en donde el eje ordenador sea el trabajo, la industria el motor movilizador y el fin una sociedad integrada bajo la tutela de una comunidad organizada”.
La desconfiguración-reconfiguración de subjetividades que se evidencia en muchos sectores populares nos obligará a (re)definir prioridades en las etapas de reconstrucción discursiva para una praxis transformadora.
En síntesis, una transformación política requerirá de la incorporación y transmisión de conceptos estratégicos, y sus consecuentes proyecciones teóricas-prácticas.
Por ello, proponemos avanzar en una consolidación autorreferencial; que clarifique el rumbo hacia las reconfiguraciones institucionales necesarias.
3.- 2025: Una alternativa por la Patria
La creciente miseria solo puede detenerse con una nueva correlación de fuerzas que refleje una sistemática y permanente organización popular para la transformación política necesaria. Se la debe derrotar con crecimiento y distribución en simultáneo. No con un ajuste permanente.
En esta línea de análisis, el crecimiento requiere de organizaciones e instituciones que, defiendan y promocionen derechos en el marco de la concreción de un modelo de Nación.
En consecuencia, debemos promover una configuración institucional sostenible que, contenga y canalice los intereses populares y económicos involucrados. Por esto, apostamos a un enfoque reivindicador del modelo sindical argentino; como herramienta estratégica para la concentración y canalización de los aspectos redistributivos que acompañen el crecimiento.
Compartimos los intereses de las mayorías trabajadoras, impulsamos una burguesía industrial nacional -hoy casi inexistente-; para que esos intereses se reflejen y converjan, desde el movimiento nacional, en la fraternidad necesaria para consolidar un modelo de Nación.
Es imprescindible abordar la problemática del estancamiento político, social y económico que reflejan los programas sociales; impulsando el diálogo social, pero sosteniendo la representación integrada de los heterogéneos colectivos sociolaborales involucrados, desde el actor sindical. A ello, se deberá incorporar a las dirigencias de sociales; proyectando las estructuras más adecuadas para la articulación, sin desvirtuar el modelo sindical argentino.
El accionar para alcanzar las configuraciones institucionales necesarias no puede ser sostenido por un difuso concepto de sociedad. Los sectores que aspiren a beneficiarse por el crecimiento y la distribución que puedan impulsarse en tal sentido, deberán ser parte activa en la promoción, accionar y preservación de éstas.
En línea con lo anterior, se debe comprender que, la contraparte de los movimientos sociales no es, lisa y llanamente, el Estado; sino aquellos actores económicos que, por ejemplo, obtienen rentabilidad por el accionar de la economía social o popular.
El rol del Estado pasa, prioritariamente en esta instancia, por articular y tutelar las relaciones socioeconómicas-laborales, en favor de las partes más débiles de cualquier actividad laboral, sea cual fuere; aunque, reiteramos, promocionando y priorizando el trabajo dependiente y tutelado.
En consecuencia, las reivindicaciones se deberían dirigir, más, hacia los actores económicos que hacia el propio Estado.
El accionar para las configuraciones institucionales necesarias que, evidencien la problemática de fondo en torno a las estrategias redistributivas y de crecimiento que se busquen implementar; ya no pueden ser sostenidas, genéricamente, por “la sociedad toda” o por su representación jurídica en “el Estado”. Deben verse también involucrados los actores sociales, y en especial, ser alcanzados los sectores más beneficiados, por dicha rentabilidad, y las políticas públicas que la facilitan.
Inexorablemente, tendrán que instrumentalizarse mediante políticas públicas sostenidas, que favorezcan el crecimiento, pero a la vez, contengan la irrefrenable y monopólica búsqueda de maximización de las ganancias, por parte de grandes corporaciones empresariales.
4.- El sol por testigo
La organización debe, estar en línea y reflejar los intereses que se quieren defender. Asimismo, contribuir al fortalecimiento de los escenarios institucionales que se buscan configurar, para así consolidar la defensa y promoción de esos intereses.
Los intereses del pueblo deben ser los intereses de la Nación.
Los intereses de la Nación deben reflejarse en la calidad de vida del pueblo.
No luchamos por el Estado. Luchamos por la Nación.
El Estado es un instrumento para la transformación, no un fin en sí mismo.
Luchamos como pueblo, porque queremos ser Nación.
La Nación es el pueblo que defiende los intereses nacionales.
Seamos nosotros mismos.
¡Por todo esto y por más, viva la Nación!
La Patria existe y la Patria vencerá (San Martín)