Por Mario L. Gambacorta
1. La CGT y el momento histórico
La CGT tiene un rol histórico en la defensa de los intereses nacionales y la definición del proyecto de país que, permita transformarnos, definitivamente, en una Nación justa, libre y soberana.
Es necesario para el movimiento obrero y la Patria toda que, la estrategia de la CGT decante en la consolidación de su participación, directa y permanente, en la construcción y formulación de las políticas públicas en Argentina.
La capacidad de resistencia de la CGT no puede ni debe entenderse, en especial por otros integrantes del movimiento nacional, como acotada a la actividad meramente gremial.
Hoy se requiere que ella misma se interprete, y la sociedad la interprete; como el factor de organización, convergencia y cimiento, desde donde recuperar el movimiento nacional.
La construcción de propuestas no es solo para una actitud defensiva en un marco de resistencia. Busca articular un modelo de trabajo y producción superador de las miradas deslaboralizadoras y antisindicales. Se dirige a la reconstrucción del discurso mediante la actualización doctrinaria.
La CGT es un actor no solo sindical sino también político al que no se debería soslayar. Representa la necesaria centralidad sindical para garantizar los intereses de las y los trabajadores, y la definición de un proyecto de Nación. Hay que estar dispuestos a acompañarla y a construir en torno de ella.
El planteo se dirige a un modelo integrador para el proyecto nacional, de y desde la organización sindical que representa la central sindical. Ella vuelve a erguirse como la columna vertebral del movimiento nacional, desde una lógica de articulación convocante, para la organización en vista de la acción.
Este actuar implica una actualización doctrinaria. Pero aclaramos y remarcamos, sin alterar la esencia de los principios y banderas rectoras del peronismo. Se trata de configurar nuevas formas de comunicación sin desvirtuar el basamento doctrinario del principal marco de referencia para el movimiento nacional.
Lo postulado debe reflejar, para estos tiempos, un fortalecimiento integrado desde el movimiento obrero organizado; y para el futuro, el reconocimiento de que la CGT nunca debió dejar de ser considerada para las grandes decisiones políticas y su instrumentalización.
2. Marcos formales y centralidad sindical
El discurso y su fundamentación para una estrategia sindical para el proyecto nacional, debe configurarse como sostenible desde el propio artículo 14 bis de la Constitución nacional, la legislación laboral, sindical, y desde ya, la propia doctrina peronista.
El trabajo es un derecho y un deber. La protección del trabajo en sus diversas formas, conforme reza la Constitución Nacional, debe asegurarse a las y los trabajadores a través de sus organizaciones más representativas. Estamos hablando de los sindicatos con personería gremial. Estamos hablando de la relevancia estratégica que cobra el modelo sindical argentino.
En tal sentido, y para la atención de las problemáticas socioeconómico-laborales y la consecuente definición de políticas públicas; impulsamos que, se brinde participación institucional permanente, a los actores sociales del mundo del trabajo (sindicatos con personería gremial y cámaras empresariales).
En lo sectorial, los sindicatos aportarán su conocimiento técnico, gremial y político en el marco del ámbito de su representación.
Por su parte, en términos macro, y como central más representativa, la CGT tiene derecho a ser consultada, escuchada, y aportar su visión estratégica, para la construcción de un proyecto nacional.
De esta forma, las políticas podrán ser el resultado de un verdadero proceso de diálogo social, en el marco de un tripartismo que, requiere ser equilibrado por una decidida intervención tutelar del Estado conforme el mandato constitucional, de proteger el trabajo en sus diversas formas.
3. Fortalecimiento del actor sindical, y trabajo dependiente y tutelado
El esfuerzo y acompañamiento de las organizaciones sindicales debe verse reflejado, como consecuencia de las sinergias a las que contribuya, en su fortalecimiento en términos de:
a) representación sindical
b) representación social
c) representación económica
d) participación política
e) relevancia institucional
f) incidencia para reconfiguraciones institucionales tutelares
g) participación en ámbitos que hagan a la sustentabilidad de lo laboral y de la seguridad social.
Aclaramos que lo anterior no implica un debilitamiento o licuación de la autonomía sindical. Por el contrario, debe fortalecerla en términos autonómicos, para así garantizar su actuar tutelar en los diversos ámbitos que, directa o indirectamente, inciden sobre las y los trabajadores.
A la vez, el fortalecimiento que se propugna debe proyectarse en la autonomía colectiva, y en la recuperación de otras herramientas fundamentales de la gestión sindical, como son sus obras sociales.
Se requiere institucionalizar, asimismo, el cumplimiento del mandato constitucional de control de la producción y colaboración en la dirección. Esto, para también posibilitar la participación en las ganancias, a partir de, limitar cada vez más, los abusos y elusiones que suelen darse en una economía no registrada en torno a un 50%.
Vale aclarar que no son los trabajadores quienes han generado dicha informalidad; son quienes la padecen en las cada vez más extendidas formas de deslaboralización, precarización, y fraude laboral.
No hay trabajo no registrado en una economía registrada.
Es en esta inteligencia que, debe estructurarse la participación en las ganancias que se obtengan como consecuencia del mejoramiento en la actividad productiva, la regularización, y el incremento de la productividad -en un sentido socioeconómico-laboral no meramente economiscista-.
Es menester rescatar la centralidad del trabajo dependiente y tutelado, para así fortalecer las organizaciones sindicales, la negociación colectiva, el impacto distributivo, y los beneficios de la seguridad social.
Las obras sociales son parte del sistema nacional de salud. Deben ser valoradas, atendidas, y respetadas como tales.
Se deben impulsar mecanismos formales, para la canalización de las heterogeneidades laborales por parte de la representación sindical, en los correspondientes ámbitos.
De igual modo, y como respuesta al capital concentrado; sostener y promover mecanismos de organización gremial más concentrados como, federaciones y confederaciones que, atiendan la trazabilidad de las cadenas de valor.
4. Concluyendo
El esfuerzo sindical no es ni será gratuito en sus consecuencias; sea en términos humanos, sociales o económicos.
El triunfo del paradigma que esbozamos debería reflejarse en una reconfiguración institucional tutelar, evidenciada en beneficio de los trabajadores, y en el fortalecimiento permanente de sus organizaciones representativas.
Nos referimos a un modelo sindical argentino que, estamos convencidos, puede redundar en el fortalecimiento y consolidación de un proyecto nacional que tenga en la CGT, no solo la columna vertebral del movimiento nacional sino el garante de una industrialización emancipatoria con trabajo digno.